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#Entrevista


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#cultura


3 de agosto de 2020
Por Piojita Mandarina

Arte en la ventana en tiempos difíciles


Les temps sont durs pour les rêveurs (Los tiempos son duros para los soñadores) diría un escritor en la película Amelié (2001), es una buena frase para empezar a introducir a nuestra entrevistada.


Antonia García, es socióloga, da talleres a niños y es promotora de arte en la ventana desde su casa. Como dice la frase de más arriba ahora son tiempos difíciles, pero ella con mucho esmero lleva acciones enriquecedoras para la gente que pasa por su casa e invita a que todxs hagamos lo mismo desde nuestro lugar.


#cercanía #muestrasalpaso
1. Contanos un poco acerca de tu movida

En este momento son varias las movidas. Tenemos libros al paso, pinturas al paso, fotografías, canciones... Lo que tienen en común es esto: las reglas de la cuarentena nos impiden hacer muchas cosas que veníamos haciendo; pero también pueden ser una oportunidad para imaginar algo diferente, en lo que jamás habríamos pensado si no hubiera cuarentana. La pregunta sería: ¿qué se puede inventar en este marco, con estas restricciones que son necesarias ya que todos debemos cuidarnos, para seguir compartiendo con el otro? Es decir, a pesar del distanciamiento social. En lo personal, me asustó mucho que de pronto “el otro” quedara reducido a un posible “vector de contagio”. Por suerte, es sabido que ciertas actividades no se interrumpieron jamás por ser consideradas absolutamente esenciales. Entre esas actividades las que tienen que ver con solidaridad, con colaborar con el otro en torno a temas que son urgentes, de primera necesidad. No de la misma manera, por supuesto, con resguardos, con matices, esta propuesta considera que lo cultural es a su modo de primera necesidad. Entre otras cosas porque no puede ser que lo único que tengamos para compartir sea la angustia y el miedo.


2. ¿Cómo se te ocurrió este Espacio?

Cuando empezó la cuarentena, en el momento del aislamiento, la única posibilidad de hacer algo con los demás, desde lo cultural, tenía que ver con internet y los distintos programas que permiten comunicar a la distancia. Todo eso fue necesario y en algunos casos lo sigue siendo. Pero al abrirse la posibilidad de circular un poco por el barrio, tanto para hacer compras como para pasear con los niños, tomó importancia el hecho de que uno vive rodeado de gente. Me refiero a los vecinos. ¿No se podía pensar algo, que no fuera virtual, con el que está más cerca? Una de mis amigas me comentó que desde su ventana había tenido un pequeño encuentro con una amiga suya, para que sus hijos, muy pequeños, pudieran verse a la distancia: habían compartido juguetes y se habían prestado libros. Me mandó una foto de su hijito en la ventana. Era una imagen un poco triste, pero también muy inspiradora. También supe de experiencias que sucedieron en otros países. Por ejemplo, una narradora, en Francia, en un edificio, le contó cuentos a sus vecinos usando el espacio común del edificio como caja de resonancia que amplificaba la voz. Cada uno se quedaba en el umbral de su puerta. Y así fue cómo con un grupo de amigos, empezamos a intercambiar sobre qué podíamos compartir, a partir de nuestros quehaceres, con los más cercanos. Fueron surgiendo distintas ideas.



3. ¿Cómo ves a los chicos con la lectura? ¿Pasan muchos niños por la ventana?

“Los libros necesitan a los niños”. Esa frase está en un cartel colgado en la calle. Se la debemos a Luis, 11 años. Luis es uno de los niños que venía el año pasado al “Patio de los libros”. Es un taller que doy junto con Laura, una amiga, que es docente y con quien compartimos el amor por los libros y muchas cosas más. Me parece que Luis tiene razón. Y creo que a veces esa relación se ve contrariada. Pero tanto la experiencia del Patio como ahora la de la ventana… es más bien la de un encuentro amoroso y necesario entre libros y niños. Se trata de generar condiciones para que ese encuentro suceda. En el Patio… era netamente más fácil… La ventana plantea otros desafíos. Pero noto que las familias vuelven… Y que niños que llegaron muy serios las primeras veces, de a poquito van tomando confianza… sonríen y a veces hacen chistes… y piden libros.


La experiencia de la ventana es algo acotado. Serán diez, doce familias las que circulan, más o menos. Esta semana vinieron dos nuevas familias y así.


4. ¿A nivel mundial, sabés de algún(os) otro(s) lugar(es) dónde se produce esta movida?

Hay muchas iniciativas de “libros al paso”, en nuestro barrio también (además de la biblioteca de Artigas, está por ejemplo la biblioteca de “la huerta en la vereda”). También supe de distintas experiencias de narraciones en cuarentena, una de ellas en Colombia, con altoparlantes, narraciones hechas por chicos para los habitantes del pueblo (Ciudad Bolívar). Por otra parte, Mercedes Resch, que es una artista plástica, docente, desarrolló una experiencia en Cura Malal, en torno a libros, en los almacenes del pueblo. Sobre música, la semana pasada, en Santiago de Chile, se organizó un concierto al aire libre, desde una terraza, con un protocolo específico, para los vecinos. En París, también durante la cuarentena, se organizó una actividad llamada “La fiesta de los balcones”. César Stroscio, tocó el bandoneón, en París, dejando las ventanas abiertas... Acá lo tuvimos al Tata Cedrón, tocando para un solo auditor con la puerta abierta, y a Julio Coviello tocando el bandoneón desde un balcón...


5. Contanos alguna (o varias) anécdotas (s) de tu experiencia con esta movida.

De a poquito se ha podido organizar algunas acciones con los vecinos. Algunos ya venían haciendo sus propias actividades. Otros las iniciaron a pedido con entusiasmo. Hace unos días me contacté con una persona que tenía interés en saber un poco más sobre esto. La idea era tener una charla y me preguntó si podíamos hacer una video-llamada. Yo no podía en ese momento pero ella me había comentado que vivía en Santa Rita, que es donde vivo, y Santa Rita no es muy grande... Entonces, le pregunté: ¿dónde vivís? Y vivía a una cuadra y media de mi casa… Salimos de casa, nos encontramos y charlamos un rato en la vereda. Fue muy divertido y muy simbólico. Tiene todo que ver con este proyecto de autorizarse a pensar un espacio muy pequeño que es a la vez el de una distancia necesaria y el de una cercanía (necesaria también). Así le pusimos a estas actividades: “cercanías, muestras al paso”.







6. A propósito, contanos un poco del taller que venías haciendo en años anteriores.

Ese taller se inició en el año 2013. Tenía que ver con lo mucho que había disfrutado como mamá leer para mi hija y junto a ella. Esas lecturas son muy especiales. En mi memoria, cuentan entre mis mejores recuerdos: tanto las lecturas que hice con mi hija, como las que compartí con mi madre y con mi padre, cuando yo era chica. Un día se me ocurrió esta idea: ¿por qué uno sólo le lee a sus hijos o a los niños de la familia? ¿Por qué uno no podría leerle a los hijos de otras madres, a los niños de otras familias? No estoy segura de que el gesto materno/paterno se pueda reproducir y a lo mejor no es necesario. Pero me interesaba la posibilidad de explorar la lectura tal como se da en las familias, un tipo de lectura que es más bien por gusto, por placer y que no te pide nada a cambio… una lectura que no te pregunta tantas cosas como a veces sucede en el ámbito escolar y que… no te pone nota… El taller empezó a explorar por ese lado. Fue y sigue siendo un lugar de exploración.


7. ¿Cómo podemos sumarnos a esta movida?

Acá no más, a pocas cuadras, hay una ventana que ofrece a los niños la posibilidad de dejar sus dibujos (Elpidio González al 3000), también hay adivinanzas, cuentos, cuadernitos para dibujar. Nuestro vecino de enfrente hace muestras de pintura desde su terraza (esto es Enrique de Vedia al 2000). Los fines de semana desde la vidriera del negocio de José González (Jonte al 3400), de 11.00h a 13.00 h, hay una adivinanza cuya respuesta hay que ir a buscar unas cuadritas más allá, siguiendo las indicaciones… Una posibilidad es comentarle a los vecinos estas actividades para que puedan disfrutarlas cuando salen a pasear.


Más allá, he sabido de otras experiencias. Por ejemplo, en algún lugar, unos niños usaron una pared medianera, en un jardín, para hacer títeres… para otros niños, vecinitos… En Caballito, en la terraza común de un edificio, una madre con su hija, se esmeran en dejar intervenciones plásticas para que sean descubiertas por los vecinos cuando van a colgar la ropa. Debe haber muchas otras experiencias que uno no conoce…


Se trata, me parece, de generar algo que de alguna manera impacte al otro, de la mejor manera posible. No se trata de molestar, de invadir. Pero sí de sorprender, de acompañar. En esta fase de la cuarentena algunos movimientos son posibles. De ahí la idea de “muestras al paso”. O sea la idea de ofrecer a los que pasan, algo de lo que habitualmente está adentro. Todo esto respetando las distancias, sin aglomeraciones, con todos los cuidados. Pero teniendo en cuenta que somos seres sociales y que nos necesitamos. No es un proyecto centralizado ni nada de eso. Más bien: la idea está a disposición, al igual que los libros, para que otros, si tienen ganas, se la lleven… y que cada cual reinvente un cuento con ella.









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